martes, 6 de septiembre de 2011

Quince.

Era una foto, pero estaba en negro, no había nada más. No había personas ni figuras ni nada... Nada.
Decidí que no pensar sería lo mejor y la guardé en el sobre, me levanté dejé la carta que mandaría en la mesa de la cocina y subí a mi cuarto a guardar la de Marcos.
Los días pasaron y al fin llegó el sábado, y con él volvían Ane, Aitor y la más esperada de todos, mi prima Naiara.
Estuvimos toda la mañana nerviosas, tanto Marta como yo.
La queríamos mucho, y la extrañaba más que los demás, era mi gran apoyo... mi mejor amiga y me comprendía a la perfección––la mayoría de las veces––.
Comimos, cansadas de esperar... Y justo cuándo estaba lavando los platos se escuchó un ruido fuera, como unas llaves cayéndose y muchas risas.
Me sequé las manos, me dirigí a la entrada corriendo para abrirles justo a tiempo y lanzarme a darle un abrazo a ella. 
Naiara no había cambiado en este último mes, estaba igual de pija y guapa que siempre, la miré y le sonreí... Pero ella no estaba tan contenta, su sonrisa era cansada y forzada.
Me hizo subir a ayudarla a deshacer las maletas.
Le estaba guardando chalecos cuándo finalmente me decidí a preguntarle que era lo que la tenía así.
- ¿Qué te ocurre Nai? ––le pregunté sentándome en su cama, que tenía una corcha rosa.
- Nada ––contestó secamente, fijé mi mirada en ella.
Respiré fuertemente, no me contaría nada deducí. Aparté mi mirada de su rostro serio y seguí guardando ropa y cachibaches que Nai había traído de España.
- ¡Ainhoa, baja tenemos algo que decirte!  ––escuché gritar a mi hermana Ane desde abajo. Bajé por la escaleras a buen ritmo, sin prisa alguna, vi a mi hermana Marta subir las escaleras callada, muy seria... Había algo que no marchaba bien y se estaba haciendo notar dentro de la casa.
- ¿Qué ocurre? ––le pregunté a Ane sentándome en el sófa.
- Verás... tesoro... yo.. y Aitor... nos vamos a casar el mes que viene ––dijo al fin, me contemplaba con una agonía súbita.
- ¿Qué, qué? ––pregunté, la había escuchado pero algo dentro de mi tiraba para abajo, queriéndome hundir. Me levanté del sofá y fijé mis ojos en sus ojos, mis manos, mi cuerpo, mi rostro irradiaba odio, terror... asco.
- Ainhoa no montes un numerito por favor, ya eres bastante mayor para hacer las tonterías que haces de cría ––sus palabras eran como apuñaladas para mi, mi estómago y mi alma.
- Soy grande para esto, pero no se me toma en cuenta para nada, ¿verdad? Ni siquiera para un matrimonio ––rota los observé a los dos, me detuve más tiempo en él.
- ¡Basta ya! ––gritó Ane y esta vez me echó una mala mirada, como las que había temido que me dedicará toda mi vida.
Tan sensible como siempre fui, las lágrimas se escaparon por mis parpados y tuve que salir de la casa corriendo, intentando salvar algo de mi orgullo herido.
Pude ver de reojo como Marta se asomaba a la puerta y me llamaba, pero estaba demasiado furiosa como para pararme a hablar con ella.
Seguí corriendo, no sabía a donde iba, pero no quería parar.
Vi la playa a pocos metros de mi y me dirigí corriendo aún a ella, busqué las rocas donde rompían las olas y me senté encima de una de las más grandes. 
Observé al mar, como hacía siempre que iba, lo miré.... y comencé a llorar.... Odiaba aquello. Ane se iba a casar con Aitor, ya no había nada que decir lo que significaba aquello... Nunca se iría de mi casa, ahora podía decirse que era casi propietario de mi hogar... Seguiría mandándome a mi y a mi familia, y seguiría destrozando mi vida.
Si mis padres estubieran aquí... todo iría bien, estaba segura. Nada podría hacerme daño con ellos, los necesitaba tanto.
Necesitaba el cariño que solo una madre y un padre te pueden dar, los consejos de ellos, sus dulces voces... miré mi bolsillo. 
Llebaba encima el Ipod que me había regalado Justin Bieber, sin pensarlo dos veces lo conecté y escuché las canciones de mis padres, que tanto me relajaban... Pronto llegó una de sus canciones a capella intentando sonar lo más español posible... sonreí tontamente, comencé a cantarla y me relajé tanto que no me dí cuenta de que atrás mía había llegado alguien hasta que vi su sombra. Paré de cantar, me levanté angustiada.
Miré y era él, sonriéndome... tan guapo como la última vez que lo vi cuatro días antes, me fijé de nuevo en sus ojos en los que podría asegurar que me perdía, él me miró de arriba a abajo y me besó en la mejilla.
- Llevo días buscándote preciosa ––se sentó en la misma roca en la que antes yo había estado cantando.
- Que bien que me hayas encontrado entonces ––me senté a su lado, él me miro y acarició mi mejilla derecha, su sonrisa desapareció para convertirse en una mirada preocupada.
-¿ Qué te hace estar aquí sola y llorando? ––preguntó mirándome a los ojos.
- Nada.. ––respondí volviendo la vista al mar.
- ¿Siempre te encontraré en esta playa? ––preguntó con voz suave, volví a mirarlo... Sin saber por qué comencé a llorar y me escondí entre sus brazos.
No dijo nada solo dejó que lo abrazará y me envolvió entre sus brazos.
- Eh, pequeña... Esos dulces ojos no me gustan rojos, deja de llorar y cuéntame que es lo que te pasa –– dijo mirándome de frente... Mi corazón comenzó a latir fuertemente y no pude resistirme más. Lo besé... Sabía que no era nada bueno, pero lo besé... 
Soy débil, pensé pero no pude dejar de besarlo, no sabía que era lo que me pasaba con aquel chico, pero sin conocerlo me estaba volviendo loca... Lo miraba a los ojos y me perdía tontamente en ellos... 
Me aparté un poco y lo observé atentamente, él se mordió el labio y volvió a besarme me besó.
Después de aquel beso apoyé mi cabeza en su hombro y contemplé el mar de nuevo, esta vez más calmada, me dejé llevar por las olas, que rompían justamente debajo de nosotros.


El cielo empezó a oscurecerse, me levanté, él se levantó al igual que yo. Se puso una capucha y me agarró de la cintura.
Salimos de la playa y llegamos al paseo, me hizo girar quedando de nuevo frente a él y me besó con fiereza.
- No desaparezcas de mi vida, por favor... ––me rogó. Asentí y abracé su cuerpo.
- Dame tu móvil ––susurré. Él me lo entregó, apunté mi número y mi nombre al completo.
- Te llamaré ––me besó.
Lo miré una vez más y  lo solté. Comencé a caminar rumbo a mi casa, con la música puesta y casi llorando.
Llegué a casa y nada más entrar por la puerta Ane se acercó a mi preocupada. La miré de mala gana y subí a mi habitación sin decir nada.
Me eché en la cama y contemplé el techo más de una hora.. hasta que mi Iphone comenzó a sonar con un mensaje, lo abrí y lo leí rápidamente.
"Ainhoa, mañana a las 10:49 en las rocas, te voy a llevar a un sitio especial... ¡Ah! ... me gusta tu voz."
Justin... sonreí, pasar la tarde con él me había hecho muy feliz, y encima canté y no me corté nada delante de él... Había algo especial en aquel chico, estaba segura...
Estaba sumergida en mis pensamientos cuándo mi puerta se abrió sin previo aviso y una figura muy conocida entró por ella.
Me levanté rápido y le dediqué una mirada seria.

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