lunes, 22 de noviembre de 2010

Dos.

Tarde unos 10 minutos en llegar a la playa.
Primero la miré, tan extensa como siempre tan azul y fría. Siempre fría... el tiempo en Canadá era siempre frío y yo nunca, pero nunca nunca me había bañado en la playa... No podía con la playa de aquí, para mí era inevitablemente espantoso meterme dentro con el aire tan húmedo que hacía afuera.
Me senté en la arena y agache la cabeza mientras la escondía entre los brazos y las piernas... Poco a poco comencé a llorar, esto no era para mi... este sitio era tan agobiante, siempre era lo mismo... y la gente que conocía... pocos me caían verdaderamente bien... eran todos unos pijos que lo tenían todo y se lo restregaban a los que no tenían nada... Mi hermana Marta era un de esas pijas qe restregaban todo.. yo no podía, sé que no me faltaba el dinero, pero esto no era lo que yo quería, esta vida no me gustaba... Me sentía sola, nadie podría comprenderme.... Ni la propia Nai podía, esto era demasiado para mí y aunque lo dijera nadie me tomaba en cuenta, al parecer existía en el mundo pero no podía decidir nunca, era menor y tenía que hacer los que mis mayores quisieran.
Me mantuve lejana de todo más de una hora, allí sentada, callada y mirando de vez en cuándo el infinito de la playa.
Derrepente me levanté y me puse a caminar por la orilla, escribiendo en el cuaderno palabras que salían de mi imaginación, letras que intentaban expresar algo que no sabía que sentía.... ¿Amor? Yo nunca me he enamorado, he tenido mis rollos y de vez en cuándo me lió aquí en Canadá con alguno que no sea un pijo insoportable ––LOS ODIO–– pero nunca, he sentido algo tan profundo como el amor, y según lo que decían no lo quería sentir... Marcos era un pique, pero un pique profundo y picarón que teníamos ambos, pero nunca llegó a ser nada serio para mi, no sé para él.
Derrepente alguien me dio un golpe en el costado y me arranco el Ipod de cuajo, dejándolo caído en el agua, llevandóselo las olas que rompían unos pocos centímetros más allá...
- ¡Eh! ––grité–– ¿Qué pasa no tienes ojos en la cara? Me has tirado mi Ipod.
- ¿Eing? Perdóname estaba distraído ––me dijo un chico con capucha que escondía muy bien la cara. Tenía un acento extrañamente medio Canadiense medio Neoyorquino.
Se acercó a donde estaba se agachó y me lo devolvió....
- Está completamente mojado... ––susurré, de mis ojos comenzarón a caer unas lágrimas al pensar lo que acababa de suceder.
Acabo de perder los últimos recuerdos que me quedaba de mis padres, el regalo que a Nai le había costado tanto trabajo conseguirme, ya no podría volver a escuchar la voz de mi madre antes de dormir...
- Tranquila te compraré otro ––dijo acariciándome el pelo.
Yo lo miré con cara de asco, me aparté las lágrimas de los ojos y le tendí el Ipod con violencia a su pecho.
- ¿Tío de qué vas? Me importa poco el Ipod, era su contenido y gracias a tu estúpida perdida de visión lo he perdido... ¿Déjalo vale? Adiós ––dije mirándolo con la peor cara que pude, sin poderlo evitar le miré los ojos, los tenía marrones como la miel con pequeños destenllos verdes, eran preciosos y entonces apareció una mecha de flequillo. ¡Uf un PIJO! Con más razón tenía que odiarlo.
Le metí un pequeño empujón y salí corriendo a través de la arena, hacia mi casa... A pegarle a algo no sé, lo que sea.... Necesito llorar tranquila y ver si por casualidad Nai grabó alguna de las canciones de mis padres, si era así me las podría pasar al Iphone pero sino...


Llegué a la casa, y me eché sobre mi cuarto, boca arriba llorando.
He perdido todas las canciones de ellos, he perdido sus recuerdos... He perdido una de las pocas cosas que me gustaban en esta vida.
Poco a poco, mis ojos llorosos, tristes y cansados se fueron cerrando y acabé quedándome dormida una vez más en este día tan terrible que llevaba... Definitivamente los martes, son el peor día de la semana.
- Eh, bonitos ojos ––le dije al chico rubio
- ¿Quieres ver mi rostro? ––preguntó él con voz terciopelada.
- ¿Es tan bello como tu mirada o cambia?  ––pregunté en tono de burla.
Se dio la vuelta y se bajo...
¡PUM!–– Me desperté en el suelo, buena caída Ainhoa, pensé... Cada día te superas más. UF me caí de la cama, como no...
Me senté en el suelo y eché mi cabeza hacia atrás dándome un pequeño golpe en la frente contra la pared.
Comencé a relajarme un poco más, seguía tensa y con los nervios de punta y aquel sueño... aquel chico en concreto... ¿Había soñado con el pijo de la playa? Es buaj, Ainhoa no seas tan ignecta y deja de pasar en ese chaval, los tíos así no valen para nada, te hacen una desgraciada, me repetí una y otra vez.. Pero me fue inevitable no pensar en esos bonitos ojos, no lo había visto antes por aquí y tenía un acento de no tan extranjero pero extranjero.. que extraño... 
Escuché las llaves, sería Marta volviendo del instituto, dio un portazo y le escuché chillar... Algo no andaba bien en la vida de la enana... ¿que le pasará?, pensé para mi y me levanté sigilosa.
Abrí la puerta de su habitación y ahí la vi, tendida en su cama llorando desconsoladamente.
- ¿Eh, eh Marta qué te ocurre? ––le pregunté apresurada, sentándome a su lado en la cama. Ella se dio la vuelta y se sentó mirándome con los ojos rojos llorando.
- Jack me ha dejado... Después de tres meses... Dice que soy una cría caprichosa.. ––contestó llorando y respirando entrecortadamente.
- Eh, pasa... aún eres pequeña... No te pongas seria con los tíos, no han madurado a tu edad y si Jack dice eso, pues que le den... pasa ya se arrepentirá de esto, pero no te dejes vencer o podrán todos contigo ––dije sonriéndole.
- Si, ya. ––miró hacia el otro lado de la habitación.
Me quité los cascos que aun llevaba puestos del Iphone y le sonreí.
- ¿Y el Ipod? ––me preguntó mi hermana, todos sabían que lo único que me gustaba escuchar era mi Ipod, que no utilizaba apenas el Iphone.
- Un pijo me lo ha tirado al mar sin querer, supongo––respondí seria aunque cada vez que lo recordaba se me encogía el corazón.
Dios Ainhoa... Deja de ser una gilipollas tía,¡ espavílate!, pensé de nuevo tratando de quitarme la imagen de aquellos ojos de mi cabeza.
- Joder, pues vaya... ¿Oye quieres que te deje el mio? Yo tengo algunas canciones de mamá y papá no todas, pero algunas tengo... ––me ofreció Marta como consuelo.
- No, déjalo ... Ya buscaré aber si encuentro algo de ellos, creo que en mi cuadern-o.... Me cago en... Uf ––me levanté de un salto.
- ¿Qué ocurre Ainhoa? ––preguntó Marta preocupada.
- He perdido el cuaderno de las canciones... Joder soy una estúpida ––grité a medio llorar. Ahora si que estaba mal, sin poderlo evitar le metí un puñetazo a la pared y me llevé las manos a la cabeza en síntoma de desesperación, a continuación mi hermana se levantó y me dio un abrazo. Yo comencé a llorar en su hombro...
- Eh, venga... no pasa nada... vamos a comer venga que si no te quedarás en los huesos ––dijo Marta apartándome el pelo y sonriendo.
- Esta bien ––le contesté con resignación.
La verdad es que tenía hambre... pero me sentía tan débil... Ya eran dos cosas que perdía en el día de hoy y dos cosas con mucho valor sentimental para mi..
En aquel cuaderno tenía todas mis canciones escrita y las de mis padres también.
Marta preparó la comida y se sentó conmigo en la mesa, a mi lado, sonriendo.
- Creo que dentro de dos días vuelve Aitor... ––dijo mi hermana haciendo una mueca.
- Ah, ya. ––contesté, yo no aguantaba a Aitor, no sé como Ane podría estar con un tipo como él, tan avaricioso... Uf..
- No se lo hagas pasar mal ––dijo ella, aveces parecía que ella era la más mayor de las dos y yo la pequeña descuidada.
- Ya... paso de él, tranquila ––contesté sonriendo.
Comimos spagethis a la boloñesa, me encantaban, por eso Marta me los había hecho hoy, para comer relajadas y tranquilas.
- ¿No te he contado verdad? ––pregunté acordándome de Nai cuando nos sentamos en el sofá para ver la TV un rato.
- ¿Qué? ––me preguntó
- Nai va a venir a vivir con nosotras ––respondí sonriendo de oreja a oreja.
- Oh que bien, mira JUSTIN BIEBER ––gritó el nombre del cantante cuándo salió en el telediario.
- Paso, me voy... cuándo acaben con el pijo ese me llamas, estaré arriba mientr ––no acabé de decirlo porque cuándo miré estaba en la playa. En la misma que yo había estado esta mañana e iba igualito vestido como el chiquillo que se había cargado mi Ipod.
- ¿Qué pasa Ainhoa? ––preguntó mi hermana extrañada por mi cara viendo a Justin Bieber .
- ¿Eh? ––pregunté volviendo al mundo–– nada, da igual.. que eso, que voy a estar en mi habitación.
Subí inmediatamente a mi habitación y me tumbé en la cama mirando el techo, ¿sería Justin Bieber el chico que me había encontrado en la playa? Si fuera así lo odiaba más, ese chico... uf me ponía los nervios de punta, cantaba bien pero se pasaban las tías detrás de él, mi hermana estaba obsesionada y yo acabé por cogerle asco, un asco terrible... Creo que fue el primer pijo al que odié en toda mi vida, de ahí a que ahora no le hablará a nadie con el pelo largo.
Uf... Justin Bieber, bah... pero porque me sentí tan... no sé como decirlo... me sentía ¿amamonada? ¿Porqué estaba como si volará en una nube cuándo lo pensé de nuevo? ¿Qué me estaba pasando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario