jueves, 21 de julio de 2011

Once.

Marta me miraba un poco incrédula. con una sonrisa amplía en la boca.
Asustada, volví a mirar a aquel señor. ¿Qué podría querer de mi un tío como aquel? Era tan grande y fuerte, que me daba miedo... Y encima no podía ir más colorido. ¡NOOO! él tenía que ir de negro entero. ¿Me querría matar quizás? Que viniera superman y me rescatará.
- Es un gualdaespalda de Justin –– me susurró Marta al oído –– te habrán elegido para que te cante!¡. ¡Dios que suerte!, tienes que ir... ¡No lo puedes dejar escapar! –– me empujo un poco más hacía el tío que tanto miedo me daba.
Tragué saliva y lo miré levantando mucho la cabeza, él me sonrió y me hizo seguirlo hasta estar a unos centímetros de la escalera izquierda, donde había otro tío grandísimo con gafas de sol, como si se fuera a quedar ciego de tanta luz. El tío primero le dijo algo y el segundo dejó espacio para que yo subiera.
Subí las escaleras con trabajo, me estaba quedando sin respiración... en el último escalón me quedé paralizada, muerta del miedo escénico. Estaba muy nerviosa, busqué con la mirada a Marta que saltaba y gritaba llena de alegría, algo rozó mi mano e hizo que me girará.
Justin estaba justo delante mía me tendía su mano, sujetando con la otra el micrófono, le miré asustada y al fin me decidí a tomarla. Él me miró sonriendo; yo me mordí el labio, Algo que hizo que él sonriera más dulce que jamás pudiera haber visto.
Miré al batería, este empezó a tocar. Demasiado lento quizás. 
Antes de que Justin empezará a cantar una fan gritó una fan "ONE LESS LONELY GIRL" -¡Madre mía! Pedazo torrente tenía la tía, emitió tal chillido que hizo que hasta el propio Justin se desconcertará y me mirará algo asustado.
Minutos después, por fin comenzó a cantar y de su mano me llevo a redondear el escenario, cantando dulcemente y acercándose mucho a mi, me sentó en una silla que acababan de colocar en el centro del escenario y me cantó chocando su frente con mi frente, su nariz con mi nariz... Note como mi corazón latía con violencia y perdía la cordura por momentos.
Terminó la canción y todavía estaba chocando conmigo, se separó, se mordió su labio inferior ––algo que me descontroló de nuevo–– y desapareció.
Me quedé paralizada sin saber que hacer, entonces apareció de nuevo con un gran ramo de rosas rojas y pude ver que entre ellas estaba mi cuaderno y un autógrafo. Me levanté de la silla las cogí y lo seguí hasta atrás del coro, me dejó sentada en otra silla, aunque esta vez nadie me veía pero yo si los veía a todos.
Cogí mi cuaderno pero cuando iba a leerlo vi que en las rosas había otra nota... Rápidamente la abrí y la leí. En mi cara apareció una sonrisa pícara, lo volví a ver cantando allí y me mordí el labio.
Respiré hondo, le eché una breve mirada a mi hermana Marta que estaba cantando con Paula la canción que Justin estaba cantando en ese mismo instante y volví a mirarlo a él cantaba deliciosamente.
Atendí a todas las canciones y sin darme cuenta, me gustaron todas. Algo extraño, supongo.
Terminó el concierto y un guardaespalda de él, me llevo a una especie de sala donde tenían un tele, unas sillas, un sofá, una mesa en la que coloqué las rosas y comí caramelos que había encima de ella en todo el centro.
Estuve sentada en el sofá, que era muy cómodo, por cierto. Y comí no sé, cientos de caramelos, estaban buenísimos.
La puerta se abrió, rápidamente me levanté y miré a Justin, que estaba apoyado en el pomo sonriendo pícaramente.
No dije nada y esperé a que él cerrará la puerta y se acercará más a mi.
Lo tenía enfrente mía, me agarró la mano dulcemente. Levanté mi mirada y la clavé en sus ojos. ¡Dios! menudos ojos.
- Compones unas canciones preciosas –– dijo. Y de repente, volví al mundo. Respiré hondo y miré mi cuaderno que seguía estando encima de la mesa.
- Me debes una disculpa –– espeté.
- ¿Por qué? He hecho que tu canción se haga famosa y además te las he devuelto. ¿No es cierto? 
- Si... Bueno da igual, perdonado. ¿Pero para que querías que viniera? –– pregunté, quizás demasiado inocente.
- Lo primero; quiero saber tu nombre. Tú ya sabes el mío –– habló acercándose aun más a mi, algo que hizo que los latidos de mi corazón aumentarán tanto que por poco salió de mi pecho.
- Ainhoa –– musité apartandome de él.
- Es tan bonito como tus ojos –– susurró, noté como el calor se acumulaba en mis mejillas.
Miré la hora para disimular un poco mi sonrojo y... ¡Oh! había pasado casi dos horas desde que terminó el concierto. Paula y Marta tenían que estar enfurecidas esperando mi regreso.
- Me tengo que ir, se hace tarde –– dije soltando su mano, y fui directa a recoger mis pertenencias.
- Espera, toma esto es para ti –– dijo ofreciéndome una caja –– es otro Ipod, pude recuperar tus canciones aunque no arreglarlo. Espero que te guste. ¡Ah! he añadido algunas cosillas más, espero que no te moleste mucho –– apresuró a decir.
- Gracias, la abriré en cuanto llegue a mi casa –– estiré la mano para coger la caja. Sus manos rozaron con mis manos, tuve que respirar hondo para no desmayarme allí mismo.
Él se acercó mucho más a mi, rozó mi cara con su mano suavemente. Estaba cada vez más y más cerca de mi, empezaba a sentirme muy nerviosa... ¿que me estaba pasando? Nunca me había sentido así. 
- Eh, bueno me voy –– me separé bruscamente de él.
- Ainhoa dejate llevar... me gustas y sé que te gusto... Sino no estarías tan nerviosa como lo estás ahora –– se acercó de nuevo.
- No es cierto, estoy nerviosa porque eres famoso, nada más. No siento nada por ti, odio a los pijos –– musité, me giré y comencé a andar hacía la puerta.
- Demuéstramelo, bésame, mírame y dime que no sientes nada –– me retó.
- No tengo porque demostrarte nada –– seguí caminando hacía la puerta.
- ¿A qué le temes? –– preguntó, agarrándome la mano, haciéndome girar en el último momento, cuando ya tenía una mano en el pomo. Levanté los ojos de nuevo y lo miré, un gran fallo por mi parte por que me quedé perdida de nuevo en su dulce mirada. Debía irme ya de ese lugar, alejarme de ese chico cuánto antes.
Dejé de mirarlo rápidamente y volví al pomo, lo abrí con algo de desesperación y eché a correr con todo en mis manos buscando una salida.
¿Justin me siguió? Si que lo hizo detrás de mi, corriendo muy rápido pero esta vez yo tenía más posibilidades de ganar que él, escuché como gritaba mi nombre pero no me paré, seguí corriendo y de reojo vi como tropezó con alguien y cayó al suelo .
Pronto divisé una puerta medio abierta de donde entraba un pequeño rayo de luz.
Salí empujando la puerta y está daba al aparcamiento. Corriendo busqué a Marta y a Paula, las encontré en lo último del aparcamiento apoyadas en nuestros coches.
Paré y seguí andando hasta llegar a ellas. 
Las dos intercambiaron una mirada de complicidad y me sonrieron, de oreja a oreja.
- ¿Qué a pasado? ¡cuenta, cuenta! –– gritaron ambas a la vez. Un ataque compartido.
- Nada, que me ha dado este autógrafo y las rosas. ¡Ah! y nos hemos hecho fotos –– les mentí a ambas –– Toma el autógrafo para ti, Marta –– le  tendí el autógrafo que tenía a mano. El cuaderno lo guardé entre las rosas y dentro de él se quedó guardada la nota.
Marta lo cogió y sonrió, agradecida supuse por el regalo.
Paula no pareció conforme con la explicación y me miró indecisa.
- ¿Solo eso? –– preguntó Paula.
- Si, nada más –– contesté con una sonrisa finjida.
Saqué las llaves del auto y me monté rápida, no quería encontrármelo de nuevo. ¿Era un pijo vale?
- Venga que me muero de hambre –– dije. Ambas se miraron una última vez y cada una subió al auto que le correspondía. Arranqué a tiempo para ver por el retrovisor como Justin saliá y me buscaba con la mirada, para no encontrarme.
Después de una hora conduciendo llegamos a casa, subí a mi habitación, me duché y abrí el regalo.
Era un Ipod lila, como el anterior pero más lujoso; tenía todas las canciones que tenía en el anterior añadiendo canciones grabadas por Justin cantando mis canciones a capella.
Debía de dejar de pensar en él, era famoso. Un pijo, me haría daño. Eso ya lo sabía.
Me dormí pero un chillido de Marta me despertó de mi cálido sueño.
Bajé las escaleras corriendo y la vi sentada en el sofá.
- ¿Qué pasa? –– pregunté desconcertada, entonces miré a la tele y observé la explicación de aquel grito y chillé yo también.

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