miércoles, 20 de julio de 2011

Diez.

Llegué y me senté de nuevo en la silla, pero esta vez sola porque nada más llegar se fueron Paula y Marta a cambiarse.
Estaba aburrida y mucho, esas niñas tardaban una eternidad en cambiarse y encima de todo no me habían dejado traerme los cascos del Iphone porque decían que tenía que escuchar a Justin Bieber cantar sus canciones favoritas sobre todo la de Commor denominador o algo así. dijo mi hermana Marta.
- Menoos mal.. –– dije cuándo vi que volvían de cambiarse. Que pijas son.. pensé.
- Es que a Marta se le había caído el pendiente y nos ha costado la misma vida encontrarlo –– se excusó Paula sonriente. Yo asentí y miré con cara de acusación a Marta que me sonrío pícara.
De repente se escucharon muchos chillidos y una chica de atrás de mi me empujo, algo que hizo que le metiera un codazo en la barriga y miré adelante corriendo.
Estaban abriendo las puertas y las fans estaban locas, mi hermana Marta me miró asustada y yo me preparé para meter ostias si hiciera falta. Nunca había ido a un concierto, bueno a los que hacían la banda de mis padres, pero esos no los contaba... Por lo que yo sabía, las fans de Justin Bieber eran todas unas locas que lloraban, chillaban y pegaban tirones de pelos. Yo no era fan del pijo ese pero si tenía que pegar tirones o dar puñetazos lo hacía; a mi y a mi hermana no nos tocaba ni DIOS.
Empezaron los empujones y por mi parte, los codazos. A una chiquilla le metí uno en un ojo y se le rompió el cristal de su gafa. Que no me hubiera empujado, pensé. 
Aquello se me daba muy bien, me sentía... Hubiera llegado a estar Nai allí y no sobrevive nadie, pensé recordándola.


Estábamos en un megacentro oscuro, cerrado, vacío y al completo de chicas... Habían muchas que llevaban pancartas, pero no había apenas alguna que fuera exagerada... Pero las chicas si lo eran, se escuchaban chillidos por todas partes, yo estaba a la defensiva aún, por si alguna se atrevía a tocarme.
Nos hallábamos en primera fila, en el centro cerca de unas de las escaleras que conducían al escenario, que estaba lleno de personas que iban de un lado a otro.
De repente un foco apareció en el medio del escenario y a su vez un montón de bailarines por  medio, las chavalas comenzaron a gritar aún más y más, alguna le estaba dando allí algo, mi hermana lloraba como una tonta y yo me reía a la vez que me asustaba de todas aquellas chifladas.
Una figura apareció debajo de aquel foco dando la espalda y yo miré para otro lado, exactamente para Paula que estaba mirando atónica, embobada y no bromeo, ni exagero cuando digo que se le escapó un poco de baba...
Empezó a cantar la canción aquella de baby y no pude contenerme, lo miré, se movía de un lado para otro saltando y sonriendo... Esa canción me gustaba, pero un poco... A mi lo que me interesaba era que se quedará quieto y poder mirar si esos eran los ojos del chico al que yo vi en la playa... podría tener mi cuaderno. Eso era por lo que había venido a ese concierto.
Terminó de cantar y empezó otra más y otra... Creo que cantó tres canciones seguidas sin apenas pararse.
Una voz femenina dijo que ahora tocaba un descanso de cinco minutos y a continuación tocaría una canción a capella nunca escuchada por él y de desconocido autor.
Yo no eché mucha cuenta y busqué en el bolso la botella de agua, me moría de sed.
De repente salió con una guitarra en sus brazos y se sentó en una silla en todo el medio del escenario. Me miró, creo que me miró a mi...y sonrió. No podía ser, habría sido a alguna de las locas de atrás que tenían una pancarta más grande que ellas mismas.
Marta chilló y en todo mi oído. La miré enfadada, me había gritado en el oído, ¿era tonta o se lo hacía?.
- ¡Aish nos ha sonreído! –– Le escuché decir, yo pasé de ella y esperé a que el pequeño saltamontes comenzará a cantar.
Era una canción preciosa y cuándo comencé a traducirla... Me era familiar... 
¡Joder, claro que me era familiar! Era una de las mías. Esa canción la había escrito el año anterioe para Marcos. Bueno no para él, pero era lo que yo sentía por su culpa... El maldito pijo me había plagiado una de mis canciones favoritas.
–– Dime la verdad, que piensas de esto ahora.
¿Sueñas conmigo o me dejaste ya en el olvido?
Esto no puede acabar aquí, dime que sigues por mi.
¿Sientes lo mismo que yo? ¿Vuelas a mi alrededor? ––
Terminó de cantar y me volvió a mirar, me había reconocido y esta vez sabía que me miraba a mi.
Yo lo miré con cara de asco y él sonrió.
Marta me movió, agitándome desesperada el brazo.
- ¿Por qué lo miras así? –– me preguntó sonriendo –– ¿escuchaste que canción tan dulce? –– claro que era dulce, era mía. 
Yo no le contesté y volví a buscarlo con la mirada, pero no estaba. Estaría cambiándose de ropa .
Miré a Paula, sonreía de oreja a oreja. Tenía unas ganas terribles de salir de aquel lugar, el puto cantante ese había leído mi diario... Todas mis canciones, seguramente. Ya mis sentimientos pasados estaban volando en las mentes de todos y aquella canción que canté antes de irme de vuelta a Canadá, antes de terminar las vacaciones en Madrid. Aquella canción que demostraba que Marcos me había hecho llorar estaba por todas las chicas que habían ido a ese estúpido concierto.
Estaba loca de rabia y me tuve que esforzar por contener un par de lágrimas que salían de mis ojos.
¿Quién se creía él para leer pertenencias de otras personas? ¿Por qué tenía que haberme dejado mi estúpido cuaderno en aquella estúpida playa!? Puf.
Noté como alguien me agarraba por la espalda, me dí la vuelta muy agitada y malhumorada.
Me quedé helada, callada, seria. No pude decir nada hasta que mi hermana Marta me empujó un poco.
Yo la miré e intenté decir algo, aunque no conseguí pronunciar nada.
- ¿Qué es lo que quiere? –– le pregunté a Marta refiriéndome a aquel tipo que tenía a mi lado, mirándome muy serio.

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